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Domingo, 12 de Febrero: Narices del Teide-Pico Viejo.



En esta ocasión,  de la mano de nuestro querido compañero y amigo, Carlos, realizaremos un interesante recorrido en el entorno de Pico Viejo y las Narices del Teide. Se trata de un paisaje dominado por el negro de las lavas y el picón de la erupción de 1798 de Las Narices del Teide. La excursión es con guagua. Hemos quedado a las 7.00 en la Antigua Estación de guaguas de La Laguna, a las  7.30 en la rotonda que está en la desviación de la autopista al Mayorazgo en la Orotava. La dificultad de la caminata es de 3 caritas serias, es decir, alta. Para participar en la caminata  hay que apuntarse llamando al teléfono del Grupo antes de las 24 horas del próximo jueves. También podéis apuntaros a la caminata enviando un e-mail, antes de las 24 horas del próximo Jueves, a joseanton45@hotmail.com.  Como siempre no os olvidéis de imprimir o fotocopiar del Programa de Actividades, rellenar y firmar la hoja de actividad y entregársela a los guías antes del comienzo de la caminata.  Un saludo a todos! "Caminante, no hay camino,........."

A continuación os trasmito un breve mensaje del guía Carlos:

"Comenzaremos en Boca Tauce, en el mirador de “Las Narices del Teide”. El sendero en el comienzo llanea entre retamas y coladas siguiendo una pista de tierra por el valle Chafarí con subida suave hasta llegar a la falda de Pico Viejo en la que inicia un ascenso continuado hasta lo alto de Pico Viejo.

Pasaremos por las narices del Teide (sucesión de pequeños cráteres de la última erupción  en el Parque Nacional del Teide en 1798)  y una vez completado el ascenso, en lo alto de Pico Viejo tendremos unas vistas espectaculares.   El descenso lo haremos por el otro lado de las coladas de las narices pasando por El Calderón y finalizando en el mismo punto de inicio.

La ruta tiene un gran desnivel con una distancia total de unos 15 km y se estima en unas  8 horas de duración.  Iniciaremos aproximadamente a 1200m ascendiendo hasta los 3135m. El sendero transcurre por terrenos volcánicos de piroclastos y coladas con poco firme. La ruta se puede considerar bastante dura por las fuertes pendientes, desnivel acumulado, la altitud  y la superficie de picón que hace difícil el avanzar, tres caritas serias.


Hacia las diez de la noche del 9 de junio de 1798, las poblaciones de la banda meridional de Tenerife, y especialmente por la parte de Guía y Chío, la más próxima a las Cañadas, se oyó una fuerte detonación y se observó que la montaña de Chahorra, contigua al Pico de Teide, lanzaba llamas y materias volcánicas. Estas erupciones duraron, acompañadas de un ruido que esparció el espanto en la isla entera, por espacio de tres días. Al muy poco tiempo se abrió otro cráter en el vértice de la montaña a una milla del primero, debilitando la acción de éste, que vomitó también torrentes de lava. Poco distante de este cráter se abrió un tercero, cuyas explosiones se sucedían con gran rapidez. Por último, una cuarta grieta dejó escapar torbellinos de humo y piedras candentes. Esta erupción produjo los cuatro conos que se ven en la actualidad y que visitó Mr. de Buch en 1818. Según las observaciones de este geólogo, están situados en una misma línea, que se extiende de norte a sur, desde la base de la montaña de Chahorra hasta el pie de las escarpas del circo de las Cañadas.

Los cuatro conos se hallan colocados en una pendiente de tal manera rápida, que el primero parece muy elevado relativamente a los de abajo. La corriente principal emergió del tercer cono, cuyas paredes están todavía cubiertas de azufre cristalizado. La lava ha corrido en el recinto de las Cañadas y se ha extendido hasta la base de «los Roques»: sus caracteres son los de una basanita mezclada con cristales de rhyakolita y de escorias negras de reflejo metálico.

Todos estos diferentes respiraderos se abrieron sucesivamente durante los siete primeros días de la catástrofe. De una relación del fenómeno hecha por Bernardo, testigo presencial del mismo, tomamos la descripción:

Las detonaciones del volcán son de naturalezas diferentes: unas se asemejan al estampido del trueno, otras al ruido de una gran masa en ebullición en una inmensa caldera, suponiendo que sea posible formarse idea de una caldera de semejantes dimensiones. Ora la explosión es repentina, tan rápida como una descarga de artillería continuada y muy nutrida; ora imita, hasta dar lugar a equivocación, el silbido y el especial ruido de la bomba. La detonación se oye siempre antes de la explosión. Los torrentes de lava que han surgido de los diversos cráteres, han formado, en ciertos sitios, conjuntos de piedras de materias de más de veinte pies de elevación, y aún cuando estos macizos no estén inflamados en los puntos más lejanos de las bocas que los vomitaron, no por eso dejan de ganar terreno."

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